jueves, 11 de marzo de 2010

EL SÍNDROME NABUCODONOSOR




“El orgullo y la locura van de la mano”

Cuando la soberbia y el orgullo, llegan a un límite máximo, puede pasar lo que sucedió a Nabucodonosor, vamos a leerlo en la Palabra.

Daniel 4:29-37
“A cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia,
habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?
Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti;
y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.
En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.
Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.
Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?
En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida.
Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia”

No creamos que sólo Nabucodonosor fue tentado a ser soberbio y orgulloso, el enemigo es muy astuto y sabe como tentarnos a cada cual. Todos tenemos nuestro “reino” particular y “nuestras parcelas” que creemos que la hemos conseguido con nuestra fuerza y poder.

Satanás sutilmente trabaja en nuestras mentes y nos convence como al rey de Babilonia de que somos autosuficientes. Tergiversa los valores auténticos que Dios nos da. Nos engaña atractivamente cuando somos débiles espiritualmente.

Solo la Palabra nos mantiene en equilibrio y nos hace ver la realidad de que no tenemos nada que no nos lo haya dado Dios y si es así no podemos jactarnos, porque no hay merito en nosotros.

1ª Corintios 4:7 “Porque ¿Quién se distingue? ¿O que tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te gloría como si no lo hubieras recibido?


Nabucodonosor lo tuvo todo, pero en realidad no tenía nada, sólo cuando como el hijo pródigo “volvió en si” fue cuando llegó a ser alguien, cuando miró al cielo y bendijo a Dios, lo alabó y lo glorificó, llegó de vuelta su dignidad, aún con más grandeza.

El ejemplo debe advertirnos de no querer como él:

Poder, Dominio y Gloria que solo le pertenece al Dios Soberano.

Cuando tengamos esta tentación debemos hacer nuestro el texto de 1ª Corintios 10:5 y llevar cautivo todos nuestros pensamientos a Cristo.

De alguna manera a veces nos vemos pensando que somos muy listos y que hemos logrado todo lo que tenemos en nuestra fuerza y poder y que somos dignos de admiración. A veces incluso mirando por encima de los hombros a nuestros hermanos y con la gran estupidez de compararnos a ellos y sentirnos superiores, cosa contraria a lo que la Palabra enseña en Filipenses 2:3-5 “Nada hagáis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a sí mismo, no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús….” Porque no hay nadie que veamos menos que nosotros si tenemos la mente del Señor.

1ª Corintios 1:19-29, Nos dice Dios que no seamos necios en su presencia creyéndonos muy sabios, porque en realidad Él nos escogió de lo necio, débil y vil del mundo, precisamente para que no nos jactemos de nada. ¡Qué sabio es el Señor! ¡Y como nos conoce!

Y el 3:18 dice “Nadie se engañe; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio”.

Cuando tenemos claro que no somos nadie, no nos dejaremos tentar por la vanidad y la soberbia.

Que Dios nos bendiga y nos haga recordar las palabras del mismo Jesús:

“Aprended de mi que soy manso y humilde y hallareis descanso para vuestra alma”

Esa es la clave y la lección, meditemos en ella.

Encarni Sánchez