sábado, 25 de abril de 2009

LA AMISTAD

Para conservar a un amigo 3 cosas son necesarias: honrarlo cuando esté
presente, valorarlo cuando esté ausente, y asistirlo cuando lo necesite.


Gran parte de la vitalidad de una amistad reside en el respeto
de las diferencias, no sólo en el disfrute de las semejanzas.


Tómate tiempo para escoger un amigo; pero sé más lento aún en cambiarlo.
La amistad es un alma que habita en dos cuer
posy un corazón que habita en dos almas.

La verdadera amistad es la que sigue a tu lado incluso
cuando no te queda nada por ofrecer, salvo tu compañía.


A veces, una separación prolongada, a la vez
que amortigua los rencores despierta la amistad.

La amistad es como un lucero que siempre está dando luz al cielo.

No busques amigos sin defectos, pues te quedarás sin amigos toda la vida.
Tampoco busques defectos en tus amigos, pues poco a poco te quedarás solo.

A las personas les interesa nuestro destino exterior;
el interior, sólo a nuestro amigo.

Si quieres hallar en cualquier parte amistad, dulzura y poesía, llévalas contigo.

Es una regla en la amistad que cuando la desconfianza
entra por la puerta, el afecto sale por la ventana.


¡Qué raro y maravilloso es ese fugaz instante en el que
nos damos cuenta de que hemos descubierto un amigo!


Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero
no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos.
Dios no ha creado fronteras. Mi objetivo es la amistad con el mundo entero.



(Encontrado en Internet)

martes, 14 de abril de 2009

HOMENAJE A LAS MADRES CRISTIANAS


NO HE NACIDO CON RIQUEZAS NI CORONA
NO PRESUMO DE NOBLEZA NI BLASÓN
PERO TENGO UNA MADRE QUE POR MÍ ORA
Y ESO ME REPORTA GRACIA Y BENDICIÓN

TENGO UNA MADRE QUE ORA POR MÍ
QUE CLAMA POR MI VIDA TODO EL DÍA
NO HAY NADIE QUE ME HAGA MÁS FELIZ
NI NADA QUE MÁS VALORE EL ALMA MÍA

MUCHOS SUEÑAN CON TENER RIQUEZAS
OTROS CON FAMA, CON SER IMPORTANTES
YO TENGO PAZ, AÚN EN MI POBREZA
PUES MI MADRE ORA, Y ESO SI QUE ES GRANDE

GRACIAS DOY AL CIELO, POR MI MADRE BUENA
PORQUE ELLA ME AMA CON EL CORAZÓN
PORQUE SIEMPRE ORA Y POR MI SE ENTREGA
PORQUE ME HA ENSEÑADO QUE DIOS ES AMOR

PORQUE EJEMPLO DE VIDA ME HA DADO
Y AL JESÚS DE LA BIBLIA A MÍ ME ENSEÑÓ
PORQUE NUNCA, NUNCA SE HA CANSADO
DE MOSTRARME EL CAMINO DE LA SALVACIÓN

AGRADEZCO A MI SEÑOR,
TENER UNA MADRE ASÍ
CON EL DON DE LA ORACIÓN
INTERCEDIENDO POR MÍ
MUCHAS GRACIAS, GRACIAS MIL.
Encarni Sánchez (Karima)

LA DISTANCIA ADECUADA


Un grupo de puercos espines se apiñaron densamente un frío día de invierno para obtener calor y salvarse de morir congelados, acordaron vivir en grupos, así se daban abrigo y se protegían mutuamente. Muy pronto, sin embargo, sintieron las púas recíprocas, lo que los obligó a separarse de nuevo. Cada vez que tenían la necesidad de calentarse se volvían a reunir, pero una y otras vez pasaba lo mismo; cuando se juntaban se pinchaban, y cuando se separaban morían de frío. ¿Qué hacer? se preguntaron.

Decidieron entonces reunirse en asamblea para ver cual era la mejor solución.
Al fin pensaron volver y vivir juntos, después de que uno de los puercos espines más sabio, habló a todos con esta reflexión:
“Compañeros y amigos; hemos de estar lo suficientemente cerca para darnos calor, pero lo suficientemente retirados para no pincharnos”.
Aprendieron así a vivir en una relación muy cercana, y como lo que realmente era importante era el calor del otro, sobrevivieron. La mejor relación no es aquella que une personas perfectas, es aquella donde cada uno acepta los defectos del otro y consigue perdón por los suyos propios.
La conclusión es: Nos necesitamos pero sin quitarnos el espacio, respetando el terreno personal, y tan cercano a la vez, que podamos ver las necesidades y nos demos sin reserva.

Esta parábola es del filósofo alemán Schopenhauer y, aunque no responde perfectamente a la realidad, sirve muy bien para expresar lo difícil que es la convivencia de los seres humanos que somos tan diferentes y muchas veces difíciles de soportar. Aunque no es exacto que los puercos espines se pinchen unos con otros al estar juntos, la moraleja de la parábola es muy válida porque a menudo, con nuestros caracteres, somos causa de molestia a los demás, pero tenemos que aprender a convivir sin problema.

“Sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo y lo que queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos."

lunes, 6 de abril de 2009

HOY


Llueve. Llueve una lluvia fría y silenciosa, llueve con una inerte desgana. Salgo a la calle. Nada, ni un suspiro, ni una leve palabra, sólo la lluvia libre y desgreñada. Miro al cielo, oscuro y acabado, y dejo que la lluvia inunde mi frente, mis mejillas, mis ojos, mi estampa.
Tranquilo camino por las calles. No encuentro a nadie, ni un perro vagabundo, ni un gato fugitivo, ni un alma descarriada. Cierro los ojos y me siento aprisionado por mi indolente pasado y siento el fracaso de mi inquieta juventud. Me siento acabado.
Mas tarde los abro y me recorre una voluptuosa oleada de alegría y de amor. Ahora veo árboles, perfumados lirios, mariposas blancas, un sol que me sonríe esperanzado y un joven de tez clara, lacia cabellera, apuesto y decidido, cuya sonrisa me parece tan vital como su calma. Vestido con sus punteados jeans, ceñida su cintura con un cordoncillo de esparto, la armonía de su pecho cubierta con una camisa de cuadros y sus pies con unas someras sandalias de rojo cuero bordado me mira y disipa la soledad de mi alma.
Anudado el pelo en una airosa coleta y limpia la mirada se encamina decidido al encuentro de un horizonte infinito.
Y veo que, como aquél alegre día de una venturosa primavera cuando con la festiva luz del amanecer llegó a Cafarnaúm, de nuevo está aquí. Y que por las calles y plazas de los que habita en las tinieblas, él comienza a predicar, diciendo: “Arrepentíos porque se acerca el Reino de Dios”.
Y sé, que en este mundo de soberbia e impiedad, desde hoy sus palabras resonarán como el primer clarín en la cima de la voluntad de Dios.



Pedro Martínez Borrego
(Colaborador, amigo y paisano)

"EL LIBRO"










El lugar donde me pusieron era el adecuado aparentemente, pues aunque sea un libro, no soy uno más, yo soy EL LIBRO y me colocaron en una biblioteca junto a autores mortales, y a obras humanas. Hacía ya mucho tiempo que me ubicaron en la habitación que la familia había destinado para la lectura.
Puedo hablar de mí de esta manera porque tengo derecho, soy el único libro cuyo autor es Dios mismo, como ya sabréis, soy una Biblia
Llegué a una de las estanterías de mano del abuelo paterno de la familia, me compró a un vendedor ambulante en un pueblo de Andalucía, cuando era joven y cuando aún tenía los hijos pequeños.
Ya el abuelo no está, los que viven son sus descendientes por parte de uno de sus hijos. Matrimonio y varios hijos ya todos mayores.
A pesar de llevar tantos años editada, me conservaba bien, casi nueva, sería porque había sido usada muy poco últimamente, cuando vivía el abuelo si me cogía a menudo para leer un poco en mí, pero he decir que con mucho respeto y cuidado, como algo de valor.
Algunas noches reunía a la familia y leía en voz alta para todos.
Eran esos días en que la familia tenían más comunicación y que se acostumbraba a reunir para hablar y contar historias.
A veces él leía a solas y meditaba largamente, disfrutando la lectura, diría yo, haciendo suyo lo que entendía.
Según iba pasando el tiempo, recomendaba a sus hijos que leyeran en mis páginas, lo intentaba, pero sin éxito.
Años después creí que si lo haría una de las nietas, tenía unos quince años y entró en la biblioteca muy triste, llorando y vi como buscaba entre los libros, quería leer algo que la tranquilizara, que la animara, me rozó, se quedó pensativa con sus manos en mis lomos pero al final desistió y cogió uno de Gustavo Adolfo Bécquer, a esa edad casi siempre se prefiere la poesía romántica, yo lo sentí por ella, porque en mí hubiera encontrado consuelo y respuesta a su problema, también tengo yo poesía y cantos de amor, no lo supo, pero seguramente uno de mis salmos la hubiera dado paz, no lo sabía ni quiso averiguarlo. Así les pasa a muchas personas y cuando llegan a descubrirlo se arrepiente por no haberlo sabido antes.
Cuando el hijo mayor entró aquella noche donde yo estaba, se que quería leer sobre filosofía y pensamientos profundos y entonces si que creí que me elegiría a mí, mis libros (porque soy un libro de libros) contienen los más profundos de los pensamientos, no humanos, sino del mismo Dios, la Sabiduría por excelencia, se que ya sabéis que soy una Biblia, el libro de los libros, el libro rey de cualquier biblioteca familiar; La Palabra de Dios, pero a veces tan ignorada y abandonada, como si no tuviera valor alguno.
Conocía a todos, a los padres, a los hijos y a los nietos, sabia de sus problemas y cargas, tenía la seguridad de tener respuestas a todas sus preguntas, pero ellos después de la muerte del abuelo no quisieron saber nada del viejo libro grande y negro. Sólo un recuerdo sentimental, colocado como uno más entre novelas, ensayos y libros de viaje. Si tenían algún orgullo de sus obras literarias, lo tenían de un volumen de El Quijote encuadernado en piel y con filos de oro, no lo leían tampoco, pero era una joya según decían.
Las estanterías estaban cargadas de buenos volúmenes, pero en general, destinados a formar parte de una herencia que admiraban y que sólo servían de adorno.
Una tarde todo cambió, el hijo segundo, un chico de 23 años, con inquietudes desde tiempo, pero que había buscado en lugares equivocados, entró en la habitación con una hoja en la mano. Me alcanzó y abriéndome por el Evangelio de Juan comparó lo que había escrito en el papel con el capitulo 3 y verso 16. Se sentó cómodamente y leyó y releyó el texto, también el folleto que alguien le había dado en la calle, se quedó muy pensativo y finalmente exclamó; ¡que maravilla! ¿Cómo he podido estar tan ciego? …tenemos un tesoro en casa y no lo sabemos…
A partir de es día, venía todas las tardes a estar conmigo, leía en los salmos, en los profetas, en las epístolas de Pablo etc.…cada vez con más entusiasmo y con más hambre de saber de mi autor y de sus promesas. Una noche se arrodilló al lado de una silla y conmigo entre sus manos oró: ¡Señor, Dios mío, gracias por Tu Palabra, gracias por este libro! ¡Perdóname y ayúdame!
Así de rodilla estuvo un gran rato, tanto que ni el mismo supo cuanto, hasta que lo encontró así su padre. Se asomó por la puerta y quedó callado mirando al hijo y recordando que mucho tiempo atrás, había visto de igual manera muchas veces al abuelo, cuando él era pequeño y se emocionó. Algo le vino al corazón, algo que tenía muy escondido salió a flote, recuerdos de antaño. Esperó y cuando su hijo se percató de la presencia del padre, se acercó a él.
¿Qué pasa hijo? Papá he descubierto a Jesús, he encontrado algo maravilloso: La Vida Eterna, papá tienes que conocer la Biblia, tienes que leerla… Si hijo, ya lo se, se que ahí en ese libro hay palabras preciosas y únicas…si la voy a leer.
Así empezó una etapa nueva para la familia, primero el padre y el hijo empezaron diariamente a leer juntos y más tarde entre los dos se encargaron de animar a todos y la verdad es que fueron receptivos y cuando supieron lo que yo encerraba aceptaron mis consejos y mandamientos.
Sin embargo al cabo del tiempo volví a la biblioteca, a la misma estantería y como anteriormente, fui olvidada…pero esta vez, no me importó, porque tengo que reconocer que soy muy grande y pesada y que ahora cada uno tenía una versión más utilitaria de la Biblia. Eso era lo importante, así que acepté volver al lugar antiguo, porque sabía que todos leían lo que yo contenía en formatos más manejables.
La estampa volvió a ser la misma de la de tiempos pasados cuando vivía el abuelo, todos juntos alrededor de mí, aunque en realidad no fuera yo, el libro negro y grande comprado a un vendedor ambulante, pero de igual modo; todos alrededor de la Palabra de Dios de La Biblia.
Estoy contento de haber sido yo el que estuviera allí en esa casa, estoy contento de ser el libro que llegó de mano del abuelo años atrás y sobre todo que hombres se encargaran de vendernos por los pueblos y aldeas, colportores se les llamaba, a ellos mi recuerdo y admiración, cumpliéndose por su labor lo que de mí dice Isaías; que la Palabra de Dios no vuelve a Él vacía…tarde o temprano, algún día se cumple el propósito para lo que fue escrita…
Encarni Sánchez (Karima)