miércoles, 8 de octubre de 2008

Las hijas Zelofehad

Es interesante leer en Número 27:1-8 la reclamación que las hijas de Zelofehad hacen de sus derechos, y me llama poderosamente la atención ver como en una sociedad y cultura tan de parte del hombre, estas cinco mujeres se hicieron fuertes y piden lo que en toda regla es justo; la heredad del padre que por la sola razón de que no haber nacido varón le sería quitada.

Dice el texto que Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa se presentaron delante de Moisés, del sacerdote Eleazar, de los príncipes y de toda la congregación a la puerta del tabernáculo y vindicaron lo que les pertenecía.

Moisés oró a Dios para ver como actuar y el Señor le contestó que lo que pedían estas mujeres era legítimo, dictándole la forma de que la heredad del padre les llegara a ellas y cambiando esa ley injusta le dijo: “Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cuando alguno muriere sin hijo, traspasaréis su herencia a su hija”

Es claro que para hacer las leyes no habían consultado con Dios, que las habían hecho como tantas veces menospreciando el valor de la mujer y considerándolas como personas de segunda categoría.

Pero nuestro Dios es justo y pone las cosas en su sitio, en este caso a la mujer la coloca dignamente en su lugar y deja claro que para Él, hombres y mujeres somos iguales.

El ser humano no aprende fácilmente las lecciones divinas, vemos por la Palabra que muchas más veces incumplen sus leyes y que en muchas más ocasiones es la mujer menospreciada e infravalorada. Podemos recordar a la mujer samaritana, a la adúltera, a la del flujo de sangre, a la que ungió a Jesús, etc.

Sin embargo muchas mujeres despreciadas y humilladas por la sociedad en ese entonces fueron utilizadas para glorificar el nombre de Dios

Cristo ha abierto a las mujeres el Reino de los Cielos, como lo ha abierto a los hombres; y a algunas mujeres en especial les dio enseñanzas y dones que no dio al varón.
Él es el mejor ejemplo de cómo dignificar a la mujer.

Hoy sigue vigente las palabras del apóstol Pablo en Gálatas 3:28-29 que dice: “…No hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa…”

Somos herederas legítimas del Padre, como lo eran las hijas de Zelofehad del suyo. Que nunca tengamos que reclamar nuestra herencia porque nos la quieran negar.